¡Les aviso!

 

 

 

 

 

La temporada se nos viene encima, se ve y se siente.

 

 

La quietud de las  calles desiertas se terminó, se ve ir y venir autos, camionetas, los camiones de las barracas, carros, carretillas, peatones, todos apurados y cargados de herramientas, con el tiempo contado, con tanta cosas por hacer. Blanquear, arreglar, limpiar, ventilar... ¡Y ya estamos en diciembre!!!

 

 

Los motores de las cortadoras de césped, de las bordeadoras están hirviendo, se sienten por todos lados, cerca y lejos...

 

 

¡Todos están limpiando!!! Y cuando digo todos, no solo me refiero a personas, sino que también  “la madre tierra”, ¡que se sumó al grupo!

 

 

Pensó que primero había que “regar” y llovió hasta hartarse, ¡poniendo a prueba a todo el pueblo!! Pero techos, muros, callecitas, árboles, plantas, cañadas, todo quedó sin una  pizca de polvo, todo quedó “limpito”...

 

 

Después salió el sol y ahí la gente se embaló, parece que todos están esperando visitas y quieren tener su casa pronta, impecable, ya.

 

 

Los más baquianos comenzaron a opinar que tenía que venir un buen“pampero” (que es el viento que “limpia”) para que no hubiera mas amenazas de lluvia... y vino ¡pero vino trayendo consigo una creciente impresionante!! Y por si se habían olvidado de algo para tirar en la vuelta de los ranchos, el mar se encargó de llevarse todo lo que estuviese suelto, flojo, torcido, débil, se tomó el trabajo a pecho, como diciendo ¡de la playa me encargo yo! y limpió. Vamos a ver mañana cuando se retire el mar, como le quedó el “living”, ¡espero que espectacular!

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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