Cuentos de escritores y pitufos

Cuentos de escritores y pitufos

Cuentos de escritores y pitufos

 

En estos días por el pueblo corrió una noticia que me trajo a la memoria un hecho que sucedió hace unos cuantos años atrás... 

Galeano

Un día de pleno enero, hace unos diez años, vino a veranear en Aguas Dulces, Eduardo Galeano. Y resulta que entró en el super a comprar algo, y como estaba lleno de gente, comenzó a correr la noticia de que estaba como reguero de pólvora!!..."¡Galeano está en Aguas Dulces!", decían todos.

Cuando el escritor salió con su bolsa de surtido, ya se habían amontonado turistas y lugareños, todos mirando hacia la puerta del local, para verlo y poder confirmar la novedad! Él, cruza la calle llena de gente y se para al lado de alguien, mirando como un curioso más a ver qué era lo que pasaba...

Ese alguien de quien el escritor se paró al lado, era “El Washington”. Un personaje que un buen día cayó en el pueblo y se quedó a vivir hasta su muerte. Se decía que había sido un gran gerente, de una firma aún más grandes del mercado y que lo perdió todo… Invierno y verano lo veíamos pasar con una barba que nunca más afeitó, con una campera llevaba puesta más allá de cualquier temperatura, y con un paso tan pero tan lento que confirmaba mi teoría de que nada en este mundo lo apuraba... que no tenía prisa en llegar a donde fuera.

En verdad... Una sola cosa lo ocupaba, y yo creo que era el único motivo de sus salidas: encontrar a algún contrincante para jugar una partida de ajedrez en el boliche del Gordo Botíca (¡un maestro!) Nunca oí que alguien le ganara... estaba “despegado” (como dijera uno de mis hijos).

Buscando un contrincante es que ese día del revuelo de Galeano, él estaba en la esquina junto a todos los demás curiosos y el escritor le dijo en voz baja: "¡Dicen que Galeano está en Aguas Dulces!”, y el Washington, mirando al escritor a los ojos y con voz cómplice le contesta despacito: ”Ni idea, ¡yo no lo he visto!". Se sonrieron y cada uno se fue por su lado.

Lombardo

A fines de la semana pasada, con el correr de las horas, cada vez eran más las personas que pasaban por la calle o amigos que llegaban por casa comentando que a la noche estaría cantando en la parte de atrás del club el Pitufo Lombardo. ¿Qué, qué? ¡¿Un jueves?! ¡¿En la barra de atrás del club?! (un lugar muy reducido) ¡¿Y gratis?! ¡Andá!, no, no puede ser...

¡Y nadie lo creyó! Por cada uno que comentaba que sí tocaba, otro se encargaba de decirle: "¡Mentira!, ¡ni repitas!. ¡Es una broma de Joaquín!" (El concesionario del club). Y así transcurrió todo el día: Unos que si, otros no...

Finalmente, de puros curiosos, fuimos! ...y en la barra del fondo, en un lugar muy reducido, ¡estaba el gran músico Edu Pitufo Lombardo! ¡Sí! Cantando para no más de sesenta personas, ¡increíble!

Aquí van algunas fotos...

 

 


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